Los clientes habituales. Historia de una intrusión durante el desayuno
Dejó que la última gota de café resbalase por la porcelana de la taza hasta sus labios. Allí la atrapó con la lengua, fundiéndola con su saliva, y le supo tan bien que enseguida se levantó a pedir otra taza. La hora del desayuno era con mucho su momento favorito del día. Llegaba al bar,…