Autorrelato
Se despertó y buscó el móvil a tientas en la mesita de noche. «Las doce y pico. Me acosté a las ocho y algo; cuatro horas. Una más que ayer. Dos mensajes. A ver… Nada de lo que espero. ¿Qué espero? Ah sí, aquello. Qué estupidez». Se levantó y caminó hacia el baño. «¡Qué angustia!…