Arpegios de Fortuna

Volvía a una hora cualquiera de la madrugada. Un gitano rasgaba, a capricho, las viejas cuerdas de una guitarra, de tinto tintados los labios; no sé si reía o lloraba. «Nada vale ya lo que cuesta ni suficiente vale nada…» Sus dedos recorrían a capricho las arañadas notas sobre las cuerdas que rasgaban sus uñas…