Calle abajo hay un supermercado, y un bar, y un hombre sentado en un taburete alto bebiendo cerveza y apurando las últimas caladas de su cigarrillo (suponemos que es suyo, pero puede que no). Se levanta, pide aceitunas, las mira. Toma una, la huele y la proyecta contra un extranjero rubio, alto y distraído que pasa y agradece el obsequio hecho a su ojo izquierdo. El hombre entiende que ha obrado a gusto del extranjero y le lanza también la colilla encendida y casi apagada. Falla, y ésta va a dar a la alcantarilla, donde, tras mucho rondar y ver mundo, se encontrará con tantas otras aceitunas y colillas que, como ella, no estuvieron a la altura del mercado internacional.
Felipe Santa-Cruz
Relato extraído del libro Rutinas