Comúnmente, encontramos a los paréntesis representados de esta forma: (a + b +…). Sin embargo, nada queda más lejos de la realidad que esta suposición, mero modelo humano, destinado a facilitar la comprensión de aquello que supera nuestro entendimiento —el suyo de ustedes, claro; el mío no lo supera—.
Estos seres, los paréntesis, tienen cuerpo, sentimientos, pensamientos, e incluso hambre y sueño. Viven en otra realidad y, seguramente, ellos también nos representan a nosotros utilizando símbolos.
Suelen ser gordinflones/as y narigudos/as señores/as y señoras/es de aspecto semitransparente. Todos tienen un resultado formado por los valores que llevan alojados en su seno. El máximo resultado tiende a más infinito, aunque todos tienen dentro de sí, también, valores negativos que hacen que su resultado final acostumbre a ser menor al potencial ―mucho menor, en realidad―. Al ser semitransparentes, no siempre saben qué valor ostentan y, a menudo, creyendo que rozan el ya mentado infinito, descuidan sus valores y acaban teniendo resultado negativo.
Felipe Santa-Cruz
Relato extraído del libro Rutinas