Si no has leído el relato Rutina A, te recomiendo que lo hagas. Te lo dejo aquí: Rutina A
Un señor se levanta temprano, desayuna fruta (qué aburrido), se viste, se desviste y se vuelve a vestir. Sale a la calle, va a la casa de empeños y cambia por dinero lo afanado a su buen amigo —y en el fondo jefe—, el viejito señor joyero. Sale. Camina. Llega al banco. Tela está cambiando un fajo de billetes para el frutero. Espera a que termine e ingresa allí todo su dinero, excepto lo necesario para pasar el día.
Sale del banco. Camina.
Va a la librería. Habla con el dependiente. Pide un libro, 1984 de George Orwell, lo paga, se lo lleva y ya tiene dos mil quinientos sesenta y siete 1984.
Va al bar, saluda a Flufi por su nombre, Pedro (pobre Flufi), que ese día ha amanecido David Lynch y está volviendo locos a todos rodando Cabeza borradora con un pollo muerto y desplumado encima de la barra. Toma un vino, luego nada, luego un vino. Paga con las monedas de su bolsillo su cuenta y la de Flufi, que hace indicaciones al pollo muerto y desplumado sobre cuál es su motivación y el rol y la problemática circunstancial e íntima de su personaje (pobre Flufi, pobre David, rico pollo).
Sale del bar. Camina.
Por la tarde acude de nuevo a la joyería para seguir robando todo lo que su buen amigo —y en el fondo jefe—, el viejito señor joyero, no puede vender.
A las nueve y media termina su jornada. Ayuda al señor mayor a cerrar la joyería, lo acompaña a casa paseando y se despiden animosamente hasta mañana por la tarde.
Vuelve a casa. Sube las escaleras, las baja y las vuelve a subir. Entra en su piso, cena una lata de atún y otra copa de vino. Se mete en la cama, lee diez páginas de 1984 de George Orwell, lo deposita en la mesita de noche apoyado contra el despertador, y se va quedando dormido mientras cavila y repasa la rutina C, que ha de llevar a cabo al día siguiente. Se duerme, se despierta y se vuelve a dormir.
Felipe Santa-Cruz
Relato extraído del libro Rutinas
Genial, Felipe. Iba a escribirte más cosas en mi comentario, pero primero lo borré, luego lo escribí, y de nuevo lo volví a borrar. Pura rutina. : )
Recibe un rutinario abrazo de mi parte. Y mi agradecimiento por alegrarme un día especialmente gris. Gracias.
Je, je. Muchísimas gracias a ti, Pedro, por tu comentario. Mi consejo es que tomes un vino, luego nada, luego un vino.
Un abrazo.