No era tan temprano aquella maňana de mil novecientos noventa y diez coma trece periódico en que los patos abandonaron la seca charca largo tiempo habitada. Instalados en ella desde hacía más de veinte mil años, la abundancia del ecosistema acuático había ido desapareciendo por aburrimiento planetario.
Al principio, ante la escasez de agua, los patos aprendieron a organizarse para disfrutar de los pocos charcos en que había degenerado su hábitat. Luego, ante la desaparición de más de la mitad de los escuálidos pozos, algunos de los palmípedos trataron de restituirlos a base de lágrimas, vómitos y orines.
Al fin, cuando sólo restaba un charco formado por una sola gota de agua, los patos comenzaron a turnarse para mojar la punta de la palmeada garra en ella, y así se mantuvieron mil aňos.
Cuando la gota ya no era sino una molécula y los patos preparaban con acervo sus polvorientas maletas de viaje, la lluvia llegó a la charca, con tal voluntad de regeneración, que los patos adelantaron su partida para evitar el sinsentido de vivir otros veinte mil aňos de agonía.
Felipe Santa-Cruz
Corrígeme si me equivoco. Moraleja: «Estamos condenados a repetir los mismos errores del pasado, en un bucle infinito, como si no hubiésemos aprendido nada de nuestra propia Historia». Siendo así me pregunto cuánto tardaremos en sufrir en nuestras propias carnes infamias de semejante calibre al perpetrado por Hitler con el Holocausto nazi o Los del Río con su dichosa Macarena y su no menos dichoso bailecito de los huev… En fin. Deberíamos aprender de los patos. Un abrazo, Felipe.
Me temo que sí. De hecho, Los de Río están a punto de ofrecer un concierto en homenaje a sí mismos y a su aniversario. Con respecto a Hitler, ¿un político que utiliza el odio y la exaltación nacionalista como armas electorales? No creo que se vuelva a dar nada parecido en ningún país europeo.
Un abrazo, Pedro. Espero que cuando se repita el horror nos permitan volar con los patos muy lejos del concierto de Los del Río.