Series y tochos. El entretenimiento sencillo

Seguramente esta mañana, mientras tomabas café y le decías al gato ahí no se hace pipí, te he dicho que ahí no se…, ya da igual, te has preguntado en qué se parecen una serie de televisión y un tocho escrito, por ejemplo, por Dan Brown. Y luego te has dicho este auge de las series, ¿tendrá alguna relación con el de las tocho-sagas literarias? Pues qué farfollas eres ¿no?. Yo a lo más que llego mientras tomo el café matutino es a concentrarme en que el borde de la taza coincida con mi cavidad bucal. Cada uno tiene sus inquietudes. Sin embargo, lo que a ti te preocupa a la mañana, a mí me quita el sueño por las noches, que es cuando me pongo mis gafas de pasta rosa y mis guantes de pensar con muñequitos en los dedos.

La respuesta es que sí, que las series y las tocho-sagas literarias se parecen. ¿En qué? En que ambas brindan entretenimiento a bajo coste intelectual. Y con esto no pretendo desmerecer ningún esfuerzo ni a ningún creador.

Preguntémonos: ¿qué es lo realmente complicado de la lectura o del visionado cinematográfico? El comienzo, las primeras páginas, los primeros minutos de metraje. Lo difícil es entrar en la historia, conocer a los personajes, hacerte con su forma de expresarse, acostumbrarte al estilo narrativo del autor, al lenguaje, ya sea cinematográfico o literario. Pero ¿qué ocurre después? Pues que, tras la cuesta, encontramos la planicie de la meseta. El segundo capítulo ya no supone tanto esfuerzo, porque ya sabes que Timmy es bueno, y que Roy es malo, y tienes asimilada la estructura narrativa de la trama, etc. Una vez has pasado esta barrera, puedes con lo que te echen. Que Cincuenta sombras de Gray son tres tomazos. ¿Y a ti qué?, te bebes el primero cachonda perdida y le dices a tu amiga Puri qué va, tía, me he leído el primero en una semana. Qué leída tú, ¿no? Y con una serie ocurre lo mismo, pero no es mi intención ser exhaustivo.

Y, en contraposición, ¿qué ocurre con los libros de relatos o con los cortos cinematográficos? ¿Cuántos de ellos tienen un éxito abrumador? Pocos. Y, en estos días en que todo el mundo dice cada vez tenemos menos tiempo libre, cabría pensar que un libro de relatos cortos es ideal para una persona atareada. Piensa en ti, que justo tienes cinco minutos para leer. Pues en cinco minutos te puedes leer dos relatos. ¡Error! No funciona así, porque en cada relato hay un comienzo, y en cada comienzo hay una nueva historia, con nuevos personajes e, incluso, si el autor es versátil, con un estilo diferente. Y llegas de trabajar, cenas viendo la tele, friegas escuchando la radio, a lo mejor hasta te duchas, no sé, el día que vienes muy cerdo, y te vas a la cama. «Voy a leer un relatito», le dices a la de Cincuenta sombras de Gray, que ya está cachondísima a tu lado, con el libro abierto. Pero stop inminente, porque todo son complicaciones; paisaje nuevo y elaboradísimo, estilo nuevo y ¿esto qué es?, ¿una subordinada?, oh my God!, y además la historia difusa, amorfa e indefinida aún, y… espera, ¿entonces, Pedro es el dueño del restaurante o el de la tienda?, paginas hacia atrás, ah, es el de la tienda. Resultado: demasiado trabajo, lo cual desemboca en un yo no me entero de na.  Y, como eres un cobarde, huyes de la ficción ajena, que no comprendes, refugiándote en la que generas tú mismo al soñar, que es una mierda, sin preocuparte de la de Cincuenta sombras de Gray, que está cachondísima y a punto de terminar el capítulo mientras tú te quedas dormido. Ya verás qué divertido cuando cierre el libro con el subidón de lívido y empiece a escuchar tus ronquidos.Reading (Wall painted)

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2 comentarios en “Series y tochos. El entretenimiento sencillo

  1. «Cuando me pongo mis gafas de pasta rosa y mis guantes de pensar con muñequitos en los dedos». Juas,juas,juas. Tío, eres un genio. Y un poco cabroncete también. Desde que leí esa frase no he podido quitarme esa imagen de la mente. Llevo 10 minutos riendo como un descosido. Gracias.

    En cuanto a los libros de cuentos cortos yo debo ser una excepción. Disfruto como un enano con los libros de cuentos cortos y relatos de Woody Allen, Bukowski, Italo Calvino, Fontanarrosa, Pedro Juan Guitiérrez o Slawomir Mrozek. Raro que es uno. Un abrazo.

    • Muchas gracias, Pedro.
      La verdad es que mis gafas de pasta rosa son un primor y mis guantes con muñequitos en los dedos hacen que adentrarse en los arcanos del pensamientos sea un juego de niños.
      En cuanto a los cuentos cortos, me ocurre como a ti. Tristemente, comprendo que sean menos demandados que otros géneros más extensos y accesibles. Pero bueno, todo buen lector, tarde o temprano, acaba recalando en los pequeños placeres de la ficción esencial.

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