Parecido al montero que va por alta peña
a fieras acosando ―su tez esfuerzo muestra―,
y, aunque arduo es el trabajo, en sudor no prorrumpe
debido al viento helado. Igual que en esa cumbre,
de tu frialdad el viento, por tu helada belleza,
frenas mis sentimientos antes de que aparezcan.
También bien parecido al guerrero que yace,
polvo y sangre en su cuerpo, hiel y añil su semblante,
muerto por una lanza que a él no le buscaba,
un Antores cualquiera, una muerte de tantas,
otra vida que escapa entre llanto y pesares
compungida, o acaso uno más de los males
o mofas de la vida. Yo te pregunto, Antores,
¿por qué me ha dado muerte si no me corresponde?
Felipe Santa-Cruz
Poema extraído del libro La daga en la pluma