Nos vetan por hacer lo que está hecho,
nuestros poetas grandes y mejores,
y ya de mariposas ni de flores
tenemos de escribir más el derecho.
Nos vetan por rimar. Los mismos pechos
que laten por librar de sus captores
al verso —de sí mismo—, y vencedores,
lo encierran luego en un cuartucho estrecho.
Pero ellos son más grandes y mejores
que yo, que soy tan malo y tan pequeño
que no me ven. Y libre todavía
lo soy para escribirte sin temores:
«Tu cara concentrado es todo un sueño,
centrado con un centro de poesía».
Felipe Santa-Cruz
Poema extraído del libro La daga en la pluma