En aguas hasta el cuello sumergido,
tú, del Cronida el hijo desdichado,
por la sed te lamentas empapado,
viendo viandas padeces desnutrido.
En tu cima, un manzano suspendido;
en tu mentón, el líquido preciado,
y el consumo de entrambos te han negado
en prenda por el mal que has cometido.
¿Qué daño habremos hecho y a qué numen?
¿Qué falta o qué fatal crimen, qué insanos
andares las deidades nos presumen,
para que hundidos en pesares vanos,
ni de Vida bebamos el volumen,
ni de Sueño hagan presa nuestras manos?
Felipe Santa-Cruz
Poema extraído del libro La daga en la pluma